Según la R.A.E.:

Belleza: «persona o cosa notable por su hermosura»

Atractivo: «Gracia en el semblante o en las palabras, acciones o costumbres, que atrae voluntad.»

Belleza y atractivo no son la misma cosa. En concreto, un objeto, o una persona puede ser muy bella, pero no lograr atraer nuestra atención. El atractivo de una persona es todo aquello que nos agrada en ella, y por lo que la deseamos.

La belleza cambia a través de la historia, en cuanto a personas se refiere el término. Puede que quien fue bello o bella en la edad media no nos resulte bello o bella hoy. Pero todas las formas de belleza a través de la historia de la belleza han desarrollado suficiente atracción hacia los demás.

Llego a la conclusión que lo importante es el atractivo que hemos desarrollado en nuestra vida, debido a nuestra cultura, modales, forma de dirigirnos a las personas con quienes contactamos, y a los pequeños trucos de los que disponemos para mejorar nuestro aspecto exterior.

En la edad media, la ausencia de cejas y una amplísima frente sin cabellos dominaba la belleza, mientras que hoy no se ve atractiva una mujer de frente calva y sin cejas

Las mujeres pintadas por Rubens, con sus caderas anchas, abdomen prominente y celulitis

resultaban atractivas, si no bellas, pues el hombre buscaba mujeres con quienes procrear bien y tener hijos sanos, lejos de la tuberculosis de la época. Sus queridas eran sin embargo, mujeres delgadas y sin celulitis. He allí una diferencia mas entre el atractivo y la belleza.

En los años primeros del siglo XX la moda guiaba hace una mujer delgada, mientras que hacia 1950 volvía a ser atractiva una mujer más rellena, con busto y caderas sinuosas.

En cuanto al hombre, cuántas mujeres han suspirado por este vaquero de Hollywood que, sin ser bello, atraía más y más al público femenino…y también al masculino.

Por esa época, actrices de Hollywood como Bette Davis, sin ser bellas, lucían un atractivo que las hizo únicas.

En la búsqueda de mejorar nuestro aspecto exterior, es necesario remarcar lo bueno que tenemos, mejorarlo, día a día, y a la vez, reducir aquellos rasgos que no nos agradan. El resultado, (y no estoy hablando de belleza) , es un aspecto más atractivo, que seduce, que agrada a uno mismo y a los demás.

Complementando esto con la indispensable belleza interior, buen lenguaje, rasgos de cultura general, y actitud positiva frente a la vida misma, el resultado será un atractivo único, con o sin deslumbrante belleza, pues no importará ésta: seremos nosotros mismos, espontáneamente atractivos, sin importarnos la belleza exterior.